Leo, mi primer amigo y la mejor definición que hay de marketing digital
Una historia que tiene que ver con la definición de...
Leo, mi primer amigo
Leo fue mi primer amigo. El vivía en una casa muy humilde con sus hermanas, con su madre y con su abuela en “la casa de al lado” en el barrio de El Cerro, en Montevideo, Uruguay.
Yo tendría unos 6 años y ahí nos conocimos.
Seguramente fue jugando a algo. O al fútbol en la vereda, o a las canicas (bolitas) o a la mancha. Pero de seguro fue jugando.
Realmente eran muy humildes. Y Leo siempre andaba con los mocos colgando. Era como su marca registrada.
Como vivíamos en el mismo barrio también íbamos a la misma escuela pública que quedaba a unas 8 cuadras de la casa. No había auto ni pasaban buses por ahí. Todo era caminando. Así que 8 cuadras a paso y perspectiva de niño son como 8 kilómetros.
Yo siempre era competitivo con Leo, yo le ganaba en algunas cosas y el me ganaba en otras. Yo le ganaba a la bolita y el me ganaba a la mancha. Yo le ganaba al fútbol y el me ganaba al cordón.
El cordón era un juego con pelota donde un equipo iba de un lado de la acera y el otro del otro lado de la acera. El magno evento deportivo constaba en tirar la pelota y que sin tocar el pavimento pegara en el cordón y volviera a vos. Si lo pensamos un poco esto bien pudo haberse transformado en deporte olímpico.
Antes me parecía algo natural y sinceramente yo tenía muy buena puntería. Podía meter 5 a 10 tiros seguidos.
Lo increíble de todo esto es que de pequeño te inventas cosas que parecen normales pero cuando las vas a practicar ya de grande no las puedes volver a repetir. Hoy pensando en perspectiva había que tener mucha puntería y sensibilización en la mano para hacer estrellar la pelota justo en el cordón y que volviera.
Pero volviendo a mi relación de amigos con Leo hubo algo en lo que nunca le pude ganar.
Luego de salir de la escuela cada uno tomaba su camino a su casa. Con madres o hermanos que te iban a buscar, a veces solo pero nunca, pero nunca le pude ganar en llegar de la escuela a la casa en primer lugar.
Para mí eso se fié transformando en una incógnita porque empecé a pensar seriamente en que Leo tenía poderes mágicos. Algún don raro que me hacía sentir en una película, pero en esa película el tenía esos poderes y yo no.
Así que un día no aguanté más y lo esperé a la salida sin que me viera. Estaba dispuesto a descubrir ese misterio. Quería verlo esfumarse en el aire con mis propios ojos.
Lo esperé sin que el me viera y cuando salió de la escuela lo empecé a seguir. Luego de evadir a varios matones de sexto año. Siguió su camino y yo lo seguía de atrás.
En aquellos tiempos siendo niño caminabas y no mirabas para atrás. Es algo que ahora me parece extraño. Tal vez sea por la misma condición de niño que no te hace pensar en lo que ya pasó y con poca idea de lo que es la vida y de lo que es el pasado y el futuro, uno simplemente vive y no hay razón de mirar para atrás.
Lo seguía a una distancia de de una cuadra, mientras me seguía imaginando que desaparecería, o que entraría en algún hueco secreto en el piso donde una máquina misteriosa lo llevaría a su casa y como siempre me esperaría ya cambiado, sin guardapolvos y picando la pelota esperando que llegue para jugar un partido de fútbol antes que baje el sol.
Pero nunca desapareció.
No había hueco, no había máquina, ni tampoco nave espacial.
El simplemente tomada un camino, el camino más recto desde la escuela a su casa.
Que precisamente yo no conocía.
Yo conocía las variantes de 4 o cinco caminos que me habían enseñado. Porque siempre había sido con mi madre, o con mi hermana. Tal vez con alguna tía.
Pero él iba por el camino más recto. Por las calles con menos vueltas que eran prácticamente una línea casi recta.
Quedé algo desilusionado porque en mi calidad de niño con todo ese pensamiento mágico, de cientos de universos y de millones de oportunidades había sucedido algo simple.
Punto A al punto B. Listo.
Con los años y las décadas fui comprendiendo que al ser humano promedio le gusta complicarlo todo. En vez de construir sobre lo que funciona muchas veces prefiere volver a construir.
Algo muy parecido a la torre de Babel. Cuando todos los hombres hablaban el mismo idioma construían la Torre, entonces “un dios” los confundió con idiomas y lenguas nuevas para que no se entendieran.
Tal vez ese no entendernos y conectar es parte de algún plan para desenfocarnos. Lo cierto es que las cosas en la naturaleza son perfectas y simples.
Cuando vamos a definir algo esa definición tiene que ser clara, cortar y concreta. Las 3 C de la comunicación.
Y siempre, pero siempre debe pasar la prueba de tu abuela. Si tu abuela y sus amigas lo entienden, entonces es perfecto. Si no lo entienden vuelta atrás.
Con los años fui creando mi propia definición de marketing digital y de ventas.
El marketing digital es el conjunto de estrategias, tácticas y acciones a través de canales online para conseguir los objetivos del negocio.
Punto.
Quien quiera una definición mas elaborada de un párrafo extenso vaya a Google. Habrán 10.000 definiciones en 3 segundos disponibles. Quien quiera complicarse que se complique.
Hasta la próxima
Pablo
Post sin IA
Imagen de Pixabay
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